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Una de las primeras dudas que asaltan a cualquiera que se comienza a interesar por la astronomía es el tipo de aparato que podría adquirir para comenzar a ver “de verdad” algunas de todas las maravillas que diariamente podemos ver en internet, en televisión o en los libros.

Hay muchos factores a tener en cuenta a la hora de plantearse la compra de un telescopio, empezando por si realmente merece la pena comprarse un telescopio o es preferible adquirir unos buenos prismáticos.

Para llegar a una conclusión adecuada podemos ir enumerando los principales factores (sin un orden concreto), y cada uno puede tenerlos en cuenta en su conjunto para tomar una decisión. Antes, una breve introducción sobre los distintos tipos de telescopios que se comercializan.

NOTA: en ningún momento se va a hablar de marcas ni los precios aproximados que indicamos son para tal o cual marca. Lo que queremos es saber en qué rangos de precio nos movemos, por lo que hablamos de “telescopio” como instrumento, sin más. Todos estos precios son aproximados y variables, y hay que tomarlos como una horquilla en la que nos movemos más que otra cosa, luego existe una variada oferta comercial con distintos fabricantes que puede consultarse en cualquier web o tienda especializada.

Tipos de telescopio

a) Refractor

Es el más antiguo y sencillo de los tipos de telescopio. Básicamente consiste en un tubo alargado en cuyos extremos hay dos lentes que amplían y enfocan la imagen a la que se apunta. Esquemáticamente:

refractor

Como ventaja, es el más barato y sencillo, pesa poco y se transporta con facilidad. Los inconvenientes que tiene es que suele ser el menos potente, y al pesar menos es más inestable (la imagen puede vibrar o distorsionarse algo). Sus precios oscilan entre los 40-50 euros y los 2.000-3.000 euros.

b) Reflector (newtoniano)

Es de los más utilizados por los principiantes. Se trata de un tubo hueco en un extremo que tiene un espejo en el otro, que refleja la luz que entra y la enfoca en un segundo espejo que la enfoca en el ocular (situado en un lateral). Esquemáticamente:

reflector

Es algo más caro y más pesado, aunque tiene la ventaja de brindar imágenes más nítidas y de poder llegar a ser bastante potentes en el caso de los más grandes.

Sus precios oscilan entre los 80-90 euros y los 3.000-4.000 euros.

c) Schmidt-Cassegrain y Matsukov-Cassegrain

Este tercer tipo es el más caro de todos, ya que lleva varios espejos internos de fabricación muy precisa que permite que en un tubo más pequeño se formen imágenes con mayor calidad y aumentos. Ambos tipos están basados en el mismo principio, un espejo que recoge la luz, la enfoca en un segundo espejo que la refleja y enfoca de nuevo en el ocular. Esquemáticamente:

cassegrain

Como se ha comentado, es bastante más caro que los otros dos tipos, los más baratos cuestan 500-600 euros y pueden llegar a alcanzar los 30.000 euros o más.

Los precios de estos aparatos va aumentando en función de su tamaño (longitud focal, diámetro, apertura…) y de las “facilidades” que tengan (base motorizada, computerizada, gps…). Así tenemos una gran variedad, desde telescopios refractores pequeños totalmente manuales por 60-70 euros hasta los grandes telescopios computerizados semiprofesionales que pueden llegar a costar 20.000 euros o más.

Ahora sí, pasamos a ver los distintos factores a tener en cuenta a la hora de adquirir un aparato:

1. Uso que se le va a dar:

Este factor quizá sea el más importante de todos. No todo el mundo se interesa por la astronomía de la misma manera, está desde el observador casual que muestra interés puntual por el tema y le gustaría ver de primera mano algunas cosas, por “experimentar” sin más, hasta el observador que busca el mayor detalle posible, dispuesto a invertir gran cantidad de tiempo y más o menos cantidad de dinero en conseguirlo.

Es por lo tanto imprescindible ubicarse dentro de este rango de “aficionismo”, ya que no conviene invertir mucha cantidad de dinero en algo que apenas se va a utilizar y con lo que únicamente se va a observar la Luna y algún vistazo rápido al firmamento nocturno (para eso es suficiente con un sencillo telescopio o unos buenos prismáticos con trípode). Igualmente quedarse corto puede suponer un fiasco, y esperar ver por ejemplo la división de Cassini en los anillos de Saturno y encontrarse con un diminuto Saturno en el que apenas se distinguen los anillos.

2. Presupuesto:

En línea con el factor anterior, es también vital saber de qué presupuesto se dispone. Se pueden tener experiencias increíblemente ricas con un telescopio casi “de juguete” de 60 euros, y sin embargo salir muy defraudados y decepcionados con un telescopio de miles de euros, por lo que no es tan sencillo como “gastarse la mayor cantidad de dinero posible”.

Hay una serie de cuestiones adicionales, aparte del propio telescopio, a la hora de pensar en la cantidad de dinero a gastar:

Montura

El telescopio se asienta en una montura que puede ser de varios tipos.

Las más sencillas son una simple horquilla con forma de “U” que sujetan el tubo y se accionan manualmente. No están motorizadas y simplemente cuentan con una palanca para “apuntar” y girar el tubo manualmente. Su precio es prácticamente despreciable y está integrado en el precio del telescopio en su conjunto, que suele ser bajo. Con estas monturas no se puede hacer seguimiento de los astros, y al apuntar a la Luna o cualquier otro objeto, éste se desplazará en el ocular lentamente, lo vemos moverse.

El siguiente paso son las monturas altacimutales, una base donde se engancha el tubo del telescopio y que se puede regular hacia arriba y abajo (altura) y hacia la derecha y la izquierda (acimut). Con un motor adecuado, se puede conseguir que el telescopio “siga” cualquier astro durante su movimiento por el firmamento.

Las monturas más frecuentes sin embargo son las ecuatoriales, basadas en los sistemas de coordenadas celestes ecuatoriales, en el que el tubo del telescopio se “alinea” con el eje de la Tierra (eje polar), y se controlan otros ejes llamado declinación y ascensión recta. También con el motor adecuado se consigue seguir los objetos durante su movimiento por el firmamento, de forma más estable y prolongada que el sistema altacimutal, por lo que este tipo de bases se utiliza más para astrofotografía de larga exposición. Hay diferentes tipos de monturas ecuatoriales, la alemana es la más común junto con la de horquilla.

Obviamente el precio del telescopio se encarece considerablemente en función de esta importante pieza del conjunto. Para observaciones puntuales y esporádicas no es necesario más que la sencilla horquilla manual, pero para cualquier otra observación que implique por ejemplo mirar durante un minuto un mismo astro, conviene que la base esté motorizada para que el objeto no “desaparezca” de la vista en cuestión de segundos.

El siguiente paso es que además de motor, la montura esté computerizada. Es decir que lleve un ordenador que se encargue del alineamiento del tubo y de controlar el movimiento posterior siguiendo los objetos. Hay diferentes marcas que venden modelos con sistemas computerizados y, a pesar de encarecer considerablemente el aparato, hace que sea mucho más manejable, ya que el alineamiento manual de un telescopio es bastante complicado de realizar y suele conllevar mucha frustración, sobre todo en aparatos de cierto tamaño.

Oculares

El telescopio recoge la imagen y la amplifica, enfocándola en un punto determinado, donde debe colocarse un ocular. Estos oculares son pieza clave y muy importante a la hora de obtener una imagen nítida. Se puede tener uno de los mejores y más grandes telescopios del mercado y estropear la imagen con un ocular de baja calidad o defectuoso.

Estas piezas se intercambian para dar mayor o menor cantidad de aumentos, y en función de lo que se esté observando. Por ejemplo para observar la Luna o cuerpos de amplio radio como cúmulos globulares o nebulosas, no conviene utilizar oculares de muchos aumentos. Para planetas como Júpiter, Saturno o Marte, o detalles de la Luna, se pueden utilizar oculares de más aumentos y menor campo de visión.

De nuevo, existen diferentes tipos de oculares, más o menos económicos debido a sus diferentes técnicas de fabricación. De entre los distintos tipos, los más recomendables son los de tipo “Plössl”, y aunque sólo es necesario tener uno, no está de más disponer de 2 o 3 de diferentes aumentos para “jugar” con la imagen y ver más detalles. También es recomendable que sean de 1,25 pulgadas de diámetro (31,75 mm), y no de 0,96 pulgadas (24,38mm), que sólo son válidos para los primeros pasos. Existen otros oculares de 2 pulgadas de diámetro (50,8 mm), mucho más caros y para equipos semiprofesionales.

Trípode

Cuidado con el trípode. Muy poca gente da importancia a este componente del telescopio, y sin embargo es una pieza clave para tener una buena observación. Hay pocas cosas más frustrantes que tener todo preparado y un buen telescopio apuntando al objeto que queremos observar, y al asomarnos al ocular notar una incomodísima vibración que no permite centrar la vista.

Esta vibración puede producirse por varios motivos, por una ligera brisa, por inestabilidad del suelo donde se apoya el telescopio, etc… y sólo un trípode lo suficientemente pesado y consistente permite eliminarla. Así pues, siempre que se pueda, es preferible adquirir un buen trípode metálico (pesado) en lugar de los trípodes ligeros de aluminio o plástico que suelen suministrar con los modelos más económicos.

Equipamiento adicional

Para poder tener una experiencia satisfactoria, no basta con tener un telescopio listo para apuntar y observar. Hay que tener en cuenta una serie de cosas que pueden pasar desapercibidas hasta que “te pones a ello”, como disponer de una buena guía, una linterna de luz roja para evitar deslumbrar la vista acostumbrada a la penumbra, ropa de abrigo, cuaderno de notas, incluso un portátil o material fotográfico especializado. Todo debe tenerse en cuenta a la hora de calcular el coste de un telescopio.

3. Tipo de objetos preferidos que se quieren ver:

Como venimos diciendo, es importante saber para qué vamos a usar el telescopio antes de adquirirlo, pues no todos los aparatos son adecuados para según qué cosas.

Para observar la Luna, nebulosas, cúmulos y en general objetos celestes de envergadura, quizá sería planteable comprar unos prismáticos astronómicos con su trípode en lugar de un telescopio. Cualquier refractor o reflector pequeños pueden utilizarse para este tipo de observaciones.

En caso de planetas, pueden servir igualmente telescopios pequeños o medianos tanto refractores como reflectores, si bien es muy recomendable la utilización de oculares de mayor potencia.

Para observar con más detalle el espacio profundo, nebulosas, galaxias, estrellas, estrellas dobles, cúmulos… comenzamos a necesitar aparatos más grandes y el seguimiento mediante motor u ordenador. Los refractores no suelen ser suficiente para este tipo de observaciones, al igual que los reflectores más pequeños, y debemos pasar a los Cassegrain. Por ejemplo, hay estrellas dobles que no pueden resolverse a menos que dispongamos de aperturas y distancias focales grandes (hablamos por ejemplo a partir de 8 pulgadas de diámetro de tubo, y de 1000 mm de longitud de tubo en el caso de los reflectores). Otro ejemplo: la división de Cassini en los anillos de Saturno no suele resolverse con telescopios más pequeños que el indicado antes.

Y como siempre cuanto más potente sea un telescopio, mayor detalle y calidad de imagen obtendremos del cuerpo que estemos observando.

4. Comodidad:

Es un factor muy a tener en cuenta, no todo el mundo está dispuesto a cargar con 30 kg. de material que apenas cabe en el maletero del coche, o dispone de tiempo suficiente para tener que estar casi una hora montando el telescopio y alineándolo. Así pues es importante pensar en el peso y tamaño máximos del telescopio, y de la facilidad de montaje y de uso.

Respecto al peso y tamaño, los telescopios más pequeños y portátiles no pasan de los 2 o 3 kg. y pueden llevarse en una mochila pequeña (trípode incluido). Un telescopio reflector típico suele pesar unos 10 kg. y se puede llevar en una bolsa de deporte grande. A partir de ahí el infinito es el único límite, y hay telescopios que superan los 80 kg. y que necesitan ser transportados por más de una persona.

El montaje también varía mucho, desde apenas cinco o seis minutos a casi una hora en el caso de los más complejos y menos automatizados. Un telescopio computerizado con montura ecuatorial de horquilla puede estar listo para funcionar en unos minutos, pues básicamente consiste en colocar el trípode, encajar la base que lleva el tubo incorporado, conectar el apuntador, el mando del ordenador y encenderlo. Sin embargo un telescopio con montura ecuatorial alemana lleva un proceso bastante elaborado, y si tiene motor que debe encajarse y alinearse manualmente la cosa se puede alargar considerablemente hasta llegar a la hora.

5. Calidades y óptica:

En relación con los puntos revisados en la montura, es evidente que no proporciona los mismos resultados un aparato de plástico o aluminio ligero que un telescopio de acero, fibra de carbono, aluminio reforzado etc… El acabado y fabricación de las lentes y los espejos que contiene es muy importante, al igual que la imagen que se obtiene con una cámara profesional de gama alta no tiene nada que ver con las que se obtienen con cámaras compactas de bajo coste.

En este sentido tiene mucha importancia el fabricante del aparato. Entre las especificaciones de los telescopios aparece siempre el tipo de óptica que montan, el proveedor de las mismas, el tipo de acabado, etc… y es importante tenerlo en cuenta a la hora de saber qué se está comprando. Por ejemplo merece la pena gastar algo más de dinero si los oculares proporcionados son Plössl en lugar de Huygens o Kellner, y una lente Barlow (una “lupa” que se pone a un ocular) siempre proporciona peor calidad en la imagen que un ocular de más aumentos (aunque muchas veces intenten convencernos de que el resultado es el mismo).

6. Fotografía:

Para todos aquellos que pretendan hacerse con un equipo destinado a fotografiar cuerpos celestes, hay varias cuestiones que deben tenerse en cuenta:

– El telescopio debe poder admitir el acoplamiento de cámaras fotográficas o webcams, mediante adaptadores o bien integradas en el propio tubo.

– La montura debe ser ecuatorial y motorizada.

– La estabilidad del conjunto es de suma importancia. Un trípode demasiado liviano o un mal ajuste siempre lleva a imágenes borrosas.

Conclusión:

Teniendo en cuenta estos factores se puede llegar a una conclusión, que va desde la adquisición de unos buenos prismáticos o un pequeño telescopio refractor. Atendiendo al presupuesto que tenga cada uno, y al uso que se le vaya a dar al telescopio, proponemos las siguientes recomendaciones:

Simple curiosidad: refractor “de juguete”, prismáticos normales con trípode. 50 euros.

Ver la Luna, Saturno, grupos de estrellas: refractor “de juguete”, prismáticos normales con trípode, refractor mediano, reflector pequeño (apertura 6 cm, tubo de 80 cm). 50-250 euros.

Ver planetas sin detalle, cúmulos, pequeñas nebulosas, grupos de estrellas, estrellas dobles, alguna galaxia como un “borrón”: reflector mediano (apertura 8 cm, tubo de 120 cm), schmidt-cassegrain pequeño. No es necesario motor ni ordenador. 150-500 euros.

Ver planetas con detalles, espacio profundo, estrellas dobles, nebulosas, galaxias como borrones con forma, cúmulos y estructuras globulares: reflector mediano (apertura 8 cm, tubo de 120 cm), schmidt-cassegrain pequeño. Necesario motor ú ordenador. 350-800 euros.

Ver planetas con bastante detalle, resolución de pares complejos, espacio profundo, estrellas dobles, nebulosa y galaxias con forma, detalles de cúmulos y estructuras globulares: reflector grande (apertura > 12 cm, tubo > 200 cm), schmidt-cassegrain y matsukov-cassegrain medianos. Ordenador. 900-3000 euros.

A partir de este punto, se entra en el mundo de los telescopios semiprofesionales que van desde los 1500-2000 euros hasta las decenas de miles de euros.

En cualquier caso, y sea cual sea la elección que se haga, algo está asegurado: la primera vez que se observa la Luna, Júpiter, un cúmulo de estrellas o simplemente el firmamento ampliado por el ocular, es una sensación inolvidable que difícilmente resultará decepcionante.

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Actualización julio 2015

Últimamente he visto que se están popularizando algunos modelos de telescopios bastante atractivos, de forma que por poco más de 200 euros se pueden encontrar refractores computerizados y por poco más de 300 matsukov-cassegrain computerizados.

En grandes almacenes como MediaMarkt, Corte Inglés etc… se pueden encontrar ya algunos modelos como los Bresser de la edición «National Geographic» que son muy buenos en cuanto a relación calidad/precio, ideales para empezar en esto. El precio no es ya un impedimiento para comenzar a deleitarse con las maravillas que nos depara el firmamento.

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